Eres el dueño de nuestro delicado mundo, dueño de todas nuestras muertes calladas y del sueño. Dime, belleza sorda silenciosamente extraña, ¿que se siente siendo como tú? ¿Pueden las aguas de ríos callados correr hacia arriba? –Sí!-
Pero la misma belleza que desprendes es tan pudorosa e indiferente, y aquí es cuando entra ella: El sueño de tu mudez, el sueño de un hombre despierto, ella está tanto por encima como por debajo de ti, encima y debajo de las aguas del silencio.
Pero la misma belleza que desprendes es tan pudorosa e indiferente, y aquí es cuando entra ella: El sueño de tu mudez, el sueño de un hombre despierto, ella está tanto por encima como por debajo de ti, encima y debajo de las aguas del silencio.
Tú me haces apreciar el momento, navegar con mis pensamientos y verlo todo claro. Ella me hace querer, adorar la música de sus besos, admirable música que desprende su cuerpo mojado, cuerpo hirviendo y estimado, placenteramente y despreocupado haciéndola mía una noche larga de amor, -donde el silencio y la música hacen una tregua-
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