Queridísima y poderosa transparencia. Tanto me acaricias desde que nací que he decidido acariciarte ahora yo con letras, con mis besos y con mi música. Tan cruel, tan densa, tan fuerte, tan indiferente que puedes ser y tan alentadora, tan bonita, tan ligera, tan atenta que puedes ser. Yo, amor mío, te sigo, como un girasol. Tú eres quien me choca su viento frío o caliente, invierno o verano, y me recuerda lo vivo que estoy. Tú eres quien se acuesta algunas noches frías dentro de mi cama y me abraza hasta hacerme estornudar. Tú, queridísima invisibilidad, eres todo lo que soy yo.
Te doy besos sin ni si quiera verte ni olerte ni saborearte, solo oírte, y te friegas contra mi como un fantasma, haciéndome saber que aun me quieres, aun eres mía, y de todo el mundo. ¿Cuantas historias habrán pasado debajo de tu ropa? Muchas. Cuantas historias han pasado sin tu desnuda ropa, el viento.
Te doy besos sin ni si quiera verte ni olerte ni saborearte, solo oírte, y te friegas contra mi como un fantasma, haciéndome saber que aun me quieres, aun eres mía, y de todo el mundo. ¿Cuantas historias habrán pasado debajo de tu ropa? Muchas. Cuantas historias han pasado sin tu desnuda ropa, el viento.
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