Querida mía. Tantos estornudos me haces llorar por tantos besos glaciales que me quisiste dar. Anoche, mis sábanas suplicaron misericordia, pero tan apasionante eres que quisiste meterte conmigo en la cama. Tanto me abrazaste en la cama, tanto me hacías encogerme entre sábanas, que... mi hiciste sentir vida fresca entre el calor monótono de la noche, tanta vida pude inspirar, tantos besos me diste, que tus caricias me quitaban las sábanas para poder gozar más de tus abrazos; tantos suspiros me tirabas que no pude evitar quitarme la ropa para abrazarte más de cerca; TANTO frío tenía que me sentía demasiado vivo como para volver a taparme. Así que no tuviste más remedio que hacerme el amor toda la noche, condenándome a todos estos estornudos una vez acabaste con mi airoso amor por ti.
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