(éste es una historia inspirada en una entrada en mi blog "guerras y armas ")
Que difícil es vivir, sobretodo aquí... supongo que no deberé tener que soportar este peso nunca más.
Esas ratas, esos cerdos... son una enfermedad! Roban y roban y nunca se cansan hasta que alguien los mata y otro infectado vuelve al trono a robar y matar. Y el puñetero virus se expande por todos los mercenarios contratados, por todas las balas del norte explotando cabezas del sur, por todos los proyectiles fabricados en el norte y explotados en las casas de África. No sé qué es peor, los que producen las armas o los que las hacen servir.
Soy un simple periodista que ha venido a hacer un reportaje sobre ésta guerra insignificante y cada vez más preocupante, ya que hay un gran comercio de armas. Se me escapó la última avioneta que salía del país... como iba a saber yo que el país iba a cerrar sus fronteras para solucionar el puñetero asunto interiormente? Unos cerdos infectados de codicia me cogieron justo cuando veía sobrevolar el avión encima mío y me dijeron que o hacía un trabajito para ellos o me matarían a mi y a toda mi familia.
El trabajito era matar al único hombre honesto y justo de este país, un locutor de radio, que decía todas las verdades. Qué debía hacer? O... que debería haber hecho? Bueno sin duda debería haberme sacrificado... pero no lo hice, y entonces perdí mi moral mi mente, estaba infectado de codicia... y malaria. Debía matar a gente por medicinas, por comida y un lugar donde dormir, y así lo hacía. Al final mataba gente por diamantes (se pagaba en diamantes, ya que no tenían valor los billetes) mataba gente buena y gente mala, se me daba muy bien. Me hice mis amigos asesinos, y otros amigos que salvé de torturas y cosas por el estilo, pero no podía ni puedo confiar en ninguno.
Me encargaron matar al rey, la verdad es que el rey solo empeoraba las cosas y arruinaba el país simplemente para dar dinero a su hijo, ha sido una buena acción.. Hace unos minutos, después de haber matado al rey y haber dejado el país en pura anarquía salvaje, me encuentro herido de un balazo de escopeta de uno de los muchos guardaespaldas del rey en la rodilla, una herida horrible, refugiado en una casa abandonada en el medio de la jungla. Con una ametralladora terriblemente preparada para matar. Quise que el asesinato fuera discreto y silencioso, pero me sorprendió un guardaespaldas y no me dio tiempo de poner el silenciador a la pistola. Y ahora me persiguen unos 15 hombres.
Por eso te escribo esto Jane. Lo siento... nunca tuve que dejar nuestra casa solo por un simple reportaje. No le digas a nuestro hijo las atrocidades que he hecho, simplemente dile que...
Unos susurros de un idioma extraño rodeaban la casucha. El hombre de dentro dejó el bolígrafo y sigilosamente se escondió debajo del único adorno de la habitación, aparte de un armario: un sofá grande. Claro que no podría limpiar toda la sangre que le salía de la pierna. Entonces, una infinidad de balas atravesaron la casa, el armario quedó reducido a una mitad, la otra mitad ya no estaba. Más susurros, hasta que entró muy cuidadosamente un hombre por la puerta. El periodista esperó a que viniera y buscara entre los escombros, pero vio que el hombre se paraba cerca del rastro de sangre, así que disparo enseguida para reventarle los tobillos, el hombre dejó caer el arma y gritó “no despares amego, soy amego!” mientras se le caía el arma y se caía de rodillas, pero otra tanda de disparos atravesaron la casa, otra vez, derrumbando la parte sur, junto al sofá. La antepenúltima atravesó los 2 pulmones y una arteria del hombre de rodillas, desgarrándolo por dentro, se cayó vivo con los ojos muy abiertos y ensangrentados, vomitaba sangre y se ahogaba mientras por los lados donde entró la bala salía un chorro inmenso de sangre, a los 20 segundos no se movió más. En estos 20 segundos el periodista salió por la parte sur, metiéndose debajo de los escombros de manera que pudiera sacar el arma para disparar. Un niño con una gorra comenzó a gritar, fue un grito de un segundo, ya que al siguiente una bala le atravesaba la boca seguida de otra que le atravesaba la garganta y de otra que fue justo al corazón. Entonces el periodista vio un grupo de 4 hombres levantándose detrás de unas rocas, estaban todos muy mal organizados, el periodista se levantó igual de rápido que ellos. Todos los hombres allí presentes tenían grandes armas de gran calibre. 3 de ellos dispararon apuntando ha cualquier parte, una bala rozó el pantalón del periodista y otra le atravesó el vientre. El periodista disparó sin cesar cosiendo a 2 de ellos a tiros, los otros 2 se refugiaron a la roca. Se desangraba... un hombre le sorprendió por detrás y, apuntando a la cabeza, le arrancó una oreja, el periodista se tiró al suelo metiéndole una bala entre las cejas. Entonces se levantó y comenzó a lanzar una granada hacia la roca donde se escondían los otros 2 hombres, pero ya no le quedaban fuerzas, por los 2 lados de la casa le aparecieron 4 hombres por cada lado, dispararon todos a la mano de la granada, no pensaron que les explotaría la granada, y así lo hizo. Diminutos trozos del cráneo y del brazo del periodista se escondieron dentro la carne de esos 8 hombres heridos.
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