Fíjate, como suenan las olas. Como la espuma te acaricia los pies. Un azul oscuro se desvanece y pasando por un azul medio marrón claro acaba en un blanco esponjoso acariciando tu tranquilidad, seguido del marrón oscuro de una tierra cómoda y mojada. El viento se te mete en cada rincón de tu cuerpo y lo abraza con vida, con cuidado pero con fuerza.
Por un momento, un instante minúsculo, te olvidas de lo que rige tu vida, te olvidas de lo que cualquiera desearía tener por un momento: dejar de desear.
Infinidad, el horizonte separando cielo y mar es una de las pocas cosas que te hace olvidar de tus deseos, te hace olvidar de satisfacerlos y preocuparte por ellos. Malditos deseos, ¿porque no podemos desear simplemente lo que ya tenemos? ¿Porque queremos más? Se estaría tan bien así, sin pretender llegar a cumplir estos deseos tan... abandonados... tan oníricos.
La brisilla fresca te hace sentir vivo, te hace sonreír ante el recuerdo de... Eh! Que este frío tan agradable no lo podré sentir en menos de 100 años!... y lo disfrutas como nunca. Ese recuerdo no lo piensas, pero lo sabes... no lo pienses, no tiene ni respuesta ni pregunta ni solución, no tiene nada. Así que, disfruta. Fíjate en como el sol te peina la cara, batalla contra el cielo y mancha las nubes de sangre, goteando hasta la superficie del mar y sus profundidades.
Infinidad, el horizonte separando cielo y mar es una de las pocas cosas que te hace olvidar de tus deseos, te hace olvidar de satisfacerlos y preocuparte por ellos. Malditos deseos, ¿porque no podemos desear simplemente lo que ya tenemos? ¿Porque queremos más? Se estaría tan bien así, sin pretender llegar a cumplir estos deseos tan... abandonados... tan oníricos.
La brisilla fresca te hace sentir vivo, te hace sonreír ante el recuerdo de... Eh! Que este frío tan agradable no lo podré sentir en menos de 100 años!... y lo disfrutas como nunca. Ese recuerdo no lo piensas, pero lo sabes... no lo pienses, no tiene ni respuesta ni pregunta ni solución, no tiene nada. Así que, disfruta. Fíjate en como el sol te peina la cara, batalla contra el cielo y mancha las nubes de sangre, goteando hasta la superficie del mar y sus profundidades.
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