Inútil i importante

Pequeños ensayos importantes e inútiles del día a día que invitan a pequeñas o grandes reflexiones. Aquí es donde después de cuidar mis ideas las entierro.

jueves, 7 de julio de 2011

Despedida e imaginación

Me picaba la lengua, me picaba la boca, me picaba todo! Necesitaba gritar todo lo que un sentimiento es capaz de gritar. Entre risa y risa se asomaba mi grito, entre sonrisa y silencio se asomaba otra vez, una y otra vez, una y otra vez. 

Estaba ausente aislado en mi mente pensando qué y cómo decirle. Ni si quiera sabía qué decirle! Pues 4 horas pensando y riendo con ella ya fueron suficientes. Me quedaba sin tiempo... –quieres que te acompañe a casa?- La acompañé y allí nos quedamos, en su portal, hablando otra vez. Los dos sabíamos qué era realmente lo que queríamos gritar, pero... –adiós (con una sonrisita), ya nos veremos (dos besos)- pero me quedé mudo. Hasta que comencé a andar vuelta a casa:

Pues fue nuestro silencio quien despertó la música imaginativa de nuestra conversación. Allí estábamos, en mi mente. Hablábamos sin parar otra vez, pero le sellé los labios con un dedo y con un susurro supe gritar todo lo que quería decirte, absolutamente todo, y la noche se volvió un color amarillo ligero que me llevaba dentro de su calor. Pues cada letra que no pude pronunciar explotaba en tus oídos, y exquisitamente me hacías ver como explotaban en mi piel tornándose palabra y rebotando en caricia. Así te acariciaba, con mis susurros, con mis sueños y con la mirada fija y profunda rebosante de anhelo. Podía oler el calor de su cuerpo, la excitación que sentía al oír mis palabras, y quería que sin remedio se apretara contra mí y que lo hiciera con una sonrisa seductora e incluso diabólica que me subiese aún más a las nubes. Así lo hizo, subiéndome más a las nubes. Me abrazó con fuerza mientras con susurros, ella también, me gritaba de subir a su cuarto y que no había nadie en su casa. Desprendiendo felicidad, los 2 subimos corriendo por las escaleras, como si temiéramos que uno de los dos cambiara de opinión. Ella abrió la puerta con una rapidez asustadiza. Y allí estaba, delante la puerta de su casa. Ella me cogió por la camiseta y con la misma sonrisa diabólica me llevo a la cama. Fue entonces que me congeló estas palabras, que bello era el esplendor de su cuerpo angelical cada vez con menos ropa unido a la sonrisa seductora y sincera de su cara. El sudor de los dos se unía cuerpo a cuerpo. Tan apretada a mí estaba que podía sentir incluso el recorrido de sus curvas, como apretaba sus pechos contra mí mientras yo apretaba sus senos contra mí con una sensibilidad terriblemente perfecta, terrible por como lo recordaría en el futuro, pues siempre que lo recordara sentiría absolutamente todo a la perfección. Una vez quitada absolutamente toda la ropa, sin más remedio, sin poder esperar hicimos el amor. Como se podía disfrutar tanto con tan pocos movimientos? Con su cuerpo y su sonrisa encima cada vez sentía más el amor que se asomaba en cada suspiro anheloso de querer más y más. Pues comenzó a acelerar y gritaba cada vez más. Los rallos de sol la hacían brillar por el sudor, y cada vez más. Cada vez aceleraba y cambiaba a una cara de placer progresivamente. Yo hacía exactamente lo mismo que ella. Hasta que, como un final feliz, nos corrimos a la vez gritando con sonidos hasta agónicos haciendo resonar a lo largo de la casa, de la habitación y de la cama los rápidos botes llenos de placer que producía en mí. Pues me abrazó mientras se corría y no pudo evitar gritarme a la oreja como una condenada y cuando se levantó lo hacía con una cara de que no parase, una cara de amor y placer. Entonces...

Entonces llegué a casa, abrí la puerta, me bebí un vaso de agua, y me preparé la cena (entre muchas otras cosas...)


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