Al fin y al cabo, podrías...
Nuestra vida... tu vida, mi vida. Las tres
unidas de una manera extraña por el mismo cuento. Unas sombras en marcha... un
par de malos actores que se pavonean y se agitan una hora en el escenario y
después no vuelve a saberse de ellos; eso es la vida: una obra de arte
imposible de interpretar bien. No tengas miedo por si te sale mal, no puedes
hacerlo bien, así que sal al escenario, equivócate y disfruta.
Cuantos sueños deshilvanados hemos sido capaces de satisfacer? Muchos... pero siguen siendo pocos. Y cada sueño, cada ilusión, cada pieza a nuestra vida, se para el tiempo... como si el tiempo no pasara y no estuviéramos en ninguna parte, simplemente juntos y perdidos, pues hay poca cosa más a desear.
Cuantos sueños deshilvanados hemos sido capaces de satisfacer? Muchos... pero siguen siendo pocos. Y cada sueño, cada ilusión, cada pieza a nuestra vida, se para el tiempo... como si el tiempo no pasara y no estuviéramos en ninguna parte, simplemente juntos y perdidos, pues hay poca cosa más a desear.
Me llevaste en el mundo de los deseos, y
allí me dejaste. A un ensombrecido y curioso corazón de llantos y suspiros
anhelados y plateados. Esa es la Luna, ella es quien por las noches me baña en
plata pálida, me ilumina, y escucha los suspiros de los deseos que me dejaste.
Los deseos de esa belleza extraña... la ternura de esas sonrisas angelicales...
son ellas quien lagrimosamente caen por mis bolígrafos, mi música, por este
texto, y por todos los silencios que me haces interpretar. Pues no es más que
un escenario donde puedo apreciar tu musical amistad sorda silenciosamente
ignota. Es en un escenario donde tus ojos petrifican mis ansias de luchar
por algo, por congelar la realidad, supongo. Un escenario donde sería capaz de
encender el mundo entero para conseguir una pequeña flama en tus ojos,
minúscula flama mía, dentro de ti.
El telón se abre, tu música ya suena; los
dioses te miran y te tienen envidia; mis ojos se mueren, mis palabras se cortan
y el público te mira sin saber como aplaudir, yo les grito –Curiosos, mirad, es
todo lo que hay! Más de lo que podáis soñar!- el deseo se ahoga, mis sueños
caen, mis deshilvanados sueños, pues tú eres su luz, también la mía, tú los
alimentas, día a día, como un girasol; junto al deseo y mis sueños, te espero
sonrisa a sonrisa para hacer fortuna en mis oníricos placeres.
Podrías... coger todos esos latidos
evaporados que desprendes al atacar la privacidad de ese gran dragón temible
del que poca gente desafortunada se escapa.
Me dejas mirando las estrellas cada noche, y
me haces escribir locuaces letras pero… qué difícil es describirte esta
sensación tan extraña que me empuja hacia ti! Irascibilidad de cada suspiro que
no te dedico sulfura y ofusca los llantos mortificados que caen encima de este
papel impotente por la desfachatez de tener miedo… perdóname por no ser procaz,
pues no quiero que me entiendas, simplemente quiero que leas el sofocamiento colérico
del taciturno ardor que siento con entereza por mis palabras altaneras, magnánimas,
las cuales resultan en oprobio por el miedo a decir lo que me dicen tus
cáusticas sonrisas, por muy hercúleo o cobardes que mis tercas palabras son o
parecen, pues el desquicio que me produce decirte que todas estas palabras solo
acabarán siendo una caterva para ti, es lo que me hace hacer este atadijo de
palabras ofuscadas y complicadas que cohíben con mi pululoso amor recio.
Podrías...?
Otra vez... es cuando sueño cuando veo claro. Luchas entre azules entre
sol y cielo, rojos anaranjados aterrizan al ataque a las insípidas e
intransigentes nubes y oscuros violetas atormentan lejos, aun, de aquí. Pero
eso da igual. Hipnotizado por una partitura, una sombra en marcha, una sonrisa,
una rosa carnosa, una actriz, una palabra bailando en este temeroso escenario y
haciéndolo bonito y tranquilo, mucho antes de que se cierre el telón, me doy cuenta de que podrías ser mía y yo
podría ser tuyo.
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