Hay maneras de ser sabio, hay maneras de aprender, muchas. Se puede aprender estudiando, se puede aprender pensando en general, se puede aprender con la experiencia. Pero a veces nos dejamos la manera más particular, sincera, la parte que solo se puede explicar a través de los sentimientos, de aprender.
Tendimos a preferir las
cosas bellas. ¿Por qué? Sentimientos estéticos, belleza, incluso felicidad de
tener un placer intelectual al comprender una obra de arte… ¿no es eso una
manera de acercarse a la sabiduría? La inocencia primitiva de querer una
persona, el sentimiento de sentirse bien al hace un esfuerzo moral como ayudar
a una abuela a cruzar la carretera, la satisfacción de los deseos, la obra de
arte y la relación que se establece con la persona… el amor y el arte son la
tercera vía, junto al razonamiento y la experiencia, de la sabiduría.
Sabiduría, bien ¿qué es la sabiduría? Grado más alto del
conocimiento. Conducta prudente en la vida. Conocimiento
profundo en ciencias, letras o artes. El verbo divino. El nombre humano. El
adjetivo infinito i el complemento terrenal. El determinante de personalidad.
La conjunción del entendimiento. La oración de la vida. Pues el amor es una vía
para llegar a la pregunta a la cual se dirige la sabiduría ¿Qué somos? (esta
pregunta se puede desarrollar hasta llegar a ¿Qué cosas hay? O ¿Qué es ser? ¿En
qué consiste ser?). El amor: eso que nunca se acaba de definir, y una vez lo
ves con claridad no está. El amor es inacabable, ¿no cuadra eso con la
sabiduría? Siempre podremos querer más y de formas diferentes, siempre podremos
ser más sabios y de maneras diferentes.
Todo; toda
la realidad, la realidad de la antigua Grecia, la de los religiosos, la de los
científicos, la de la modernidad; todo es una gran metáfora, y nunca podríamos
acabar de acercarnos a ella si no es con arte y amor, pues estos son un
relámpago dentro de todas esas nubes que nos nublan la vista.
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