Hay una cosa que todo poeta requiere para ser tal: sentir emociones. Sufrir, querer y amar, desear, odiar, impotencia, tristeza... todo poeta necesita SUFRIR, pues ellos son los humanos más humanos entre los humanos, ellos son quienes más sienten las cosas, además las saben explicar, no de una manera clara y precisa, pero sí tal y como son.
A veces, auque me sienta un poco masoquista, me gusta sufrir. Me gusta que de alguna manera u otra, sin poder evitarlo, algo me haga sufrir, me haga sentir una sensación nueva, tener nuevos miedos y poder escribirlos. Las emociones son el carbón del tren que dirige el poeta. Si el tren se queda sin carbón, se queda estancado. Poder odiar a alguien, miedo a algo, miedo a tener miedo... muchas cosas son las que me alimentan. Es un alimento algo peligroso, solo hace falta ver cuantos artistas se han suicidado. La desesperación, repugnancia, y sentimientos tan fuertes te dejan cicatrices, los otros solo heridas que se dejan curar, si la herida es muy profunda, o hay muchas heridas, el poeta... pobre poeta lo que tiene que soportar. La poesía, la obra de arte, acaba siendo un sacrificio inevitable por el arte. Todas estas heridas no se curan con el arte, solo se hace ver, conocer, expresar la herida, y eso ya es mucho, y al conocer la herida se deriva muchas reflexiones y preguntas.
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